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El problema de la identidad: Indoeuropeo y Euskara

  • Jon Baltza (Doctor en Filosofía por la Universidad de Deusto)
  • 15 de octubre de 2001

Se trata de un estudio profundo acerca de las concepciones subyacentes a las lenguas indoeuropeas y al euskara en lo referente al tiempo y el espacio.

1.

Uno de los aspectos más interesantes del vascuence o euskara es el que proviene de su calificación de lengua pre-indoeuropea, pues ello nos pone en la pista de los elementos que debemos analizar a la hora de comprender esta lengua en su vertiente más peculiar.

Afirmar que el euskara es una lengua pre-indoeuropea implica que sus estructuras lingüísticas se diferencian, en diferentes direcciones que voy a señalar, de las estructuras lingüísticas de aquellas lenguas que, en conjunto, reciben el nombre de indoeuropeas (español, francés y el resto de lenguas románicas, así como también las lenguas germánicas, las indo-iranias, las eslavas, el griego, el albanés, el tocario, el hitita, y las lenguas bálticas), y que, de una u otra manera, constituyen las lenguas dominantes en el panorama mundial actual.

2.

Este dominio e imperio lingüístico se manifiesta de muy diferentes formas, tanto en el nivel socio-estatal (con la progresiva preponderancia de la "política de partidos"), como en el nivel mítico-ritual (en el que se entreteje la maraña psíquica que sustenta el nivel anterior).

Pues bien, en el núcleo de ambos niveles encontramos una peculiar creencia indoeuropea, la que denomino creencia en la identidad de uno consigo mismo, que consiste en lo siguiente: en imaginar que uno es el que es, que uno es él mismo el mismo. A partir de esta creencia, cuyo surgimiento observamos ya en las antiguas estructuras morfosintácticas indoeuropeas, se desarrollaron los dos conceptos básicos del entramado mítico-filosófico indoeuropeo:

A. El concepto de TIEMPO
B. El concepto de SER/EXISTIR

2.1

El concepto de TIEMPO se ve surgiendo en las estructuras verbales del indoeuropeo antiguo de la siguiente forma: un mismo índice, el índice -M de "primera persona", que habría cumplido la función de indicar o señalar a aquel que está hablando, aparece en dos lugares diferentes: señalando a aquel que está hablando (en este mundo EN que se habla), y señalando a aquel que una vez habló (perteneciente, por tanto, al mundo DE que se habla), es decir, me señala en tanto que estoy aquí, hablando, y me señala en tanto que una vez hablé. Un mismo índice sirve para el tiempo, actual, EN el que hablo, y para el tiempo, no-actual, DEl que hablo.

Este colocarme en dos lugares diferentes como siendo yo el mismo (como siendo YO, que hablo, el mismo que YO (MÍ), de que hablo), es justamente el que produce la ilusión de que me mantengo siendo el mismo, la ilusión de que nada ha pasado entre esos dos lugares sino, precisamente, TIEMPO, un tiempo que en verdad es un ESPACIO imaginario en el que yo, idéntico a mí mismo, me muevo entre dos puntos, igualmente ideales e imaginarios, que coloco en esa ilusión Temporal.

De acuerdo con esta ilusión Temporal indoeuropea, el tiempo en el que hablo quedará reinterpretado como "Presente", frente al tiempo del que hablo, que quedará reinterpretado como "Pasado" (el "Futuro" surgirá con posterioridad, mediante una curiosa proyección del "Pasado").

2.2

El mismo mecanismo que produce un concepto como TIEMPO es el que acabará por producir un concepto como SER/EXISTIR en indoeuropeo: pues, en efecto, SER/EXISTIR no es sino la otra vertiente de esa peculiar identificación entre esos dos lugares o puntos imaginarios en los que me he colocado, puesto que para poder colocarme yo a mí mismo en dos lugares de ese TIEMPO ideado (que es, en verdad, lo mismo que un ESPACIO ideado) tengo que tener una inquebrantable Fe en la identidad de mí conmigo mismo, esto es, tengo que creer que efectivamente yo SOY el que soy y no otra cosa, que soy idéntico a mí mismo, que -dicho con el verbo que resume seguramente las dos vertientes, la del TIEMPO y la del SER- YO EXISTO.

2.3

De manera que la creencia en la identidad de uno consigo mismo está firmemente arraigada en las estructuras de las lenguas indoeuropeas, cuyos hablantes son los que han hecho prosperar esos dos conceptos, TIEMPO y SER/EXISTIR, hasta tal punto que sin ellos no se sostendría seguramente el modelo estatal y mítico-ritual que se ha extendido por todo el mundo y que amenaza con no dejar ningún respiradero por el que todavía podamos seguir simplemente viviendo, sin necesidad ninguna de existir.

3.

Pues bien, un análisis detallado del euskara nos muestra que esa creencia indoeuropea en la identidad de uno consigo mismo se encuentra ausente de la antigua lengua pre-indoeuropea, y que, de acuerdo con ello, en el ámbito éuscaro brillan por su ausencia los conceptos indoeuropeos de TIEMPO y SER/EXISTIR.

3.1

Las estructuras morfosintácticas del vascuence nos ofrecen un panorama bien distinto al que detallaba anteriormente.

3.1.1

Lo primero que hemos de destacar es que las estructuras verbales del vascuence presentan (dentro de las formas verbales incluidas por Lafon en la clase activa) dos grupos estrictamente diferentes: aquellas formas verbales en las que los índices personales señalan el momento en el que se habla, y aquellas formas verbales en los que los índices personales señalan el tiempo de que se habla, siendo estos índices diferentes para uno y otro grupo de formas.

Así, por ejemplo, el índice de "primera persona" que señala al momento en que se habla (es decir, en que YO hablo) es -T, mientras que el índice de "primera persona" que señala al tiempo de que se habla es N-, de forma que, por ejemplo, en un verbo como EKARRI 'traer', obtendremos: DAKAR-T, con un índice T que señala el momento en el que se dice lo que se dice, y N-EKARREN, con un índice N- que no señala el momento en el que se dice lo que se dice.

El simple hecho de utilizar, como ciertamente corresponde, dos índices diferentes para señalar dos mundos o ámbitos diferentes e irreductibles entre sí (un mundo EN que se habla y un mundo DE que se habla, impide precisamente que se pueda llegar a identificar esos dos momentos como siendo dos lugares colocados en un espacio ideal, y por tanto no es posible ligazón ninguna de tipo sustantivo entre ambos ámbitos.

3.1.2

No habiéndose creado ninguna ligazón fantasmática entre ambos ámbitos, y, por tanto, no habiéndose formado ilusión ninguna de perdurabilidad Temporal, difícilmente podría haber surgido en vascuence concepto ninguno equiparable al SER/EXISTIR indoeuropeo.

El mismo hecho de que la cópula éuscara que más se podría asemejar en algunos de sus usos a la cópula indoeuropea ES, es decir, el índice éuscaro DA, no pertenezca propiamente al paradigma del verbo IZAN (inadecuadamente traducido por 'SER'), sugiere lo peculiar de la misma.

Se trata, en verdad, de un índice de tipo deíctico, cuya función primordial no es otra que señalar o indicar el momento-lugar en el que se habla, lo cual impide fuertemente que pueda llegar a utilizarse en un sentido absoluto, esto es, en un sentido equivalente al de la cópula indoeuropea en una frase del tipo "El hombre ES" (= "El hombre EXISTE").

Más aún, se podría incluso entender y analizar este índice como siendo lo mismo que el índice (anteriormente citado) de "primera persona del singular" de las formas activas del grupo de lo actual (en terminología del lingüista Lafon), esto es, el índice -T, antiguo -DA.

Un índice que, por tanto, lo mismo señala el momento-lugar en que se habla, que apunta a aquel que habla e incluso a lo que se habla, manteniéndose así fiel al sentido originario y función prehistórica del índice universal que en castellano toma la forma 'YO', cuando YO no es sino eso mismo, el lugar y tiempo en que se dice lo que se dice, a la vez que el que dice lo que dice, así como también aquello que se dice.

3.2

De acuerdo con esta estructura morfosintáctica del vascuence, en la que no hay trazas de surgimiento ni de sustentación de ninguna creencia en la identidad de uno consigo mismo, podemos observar que conceptos tales como TIEMPO o SER/EXISTIR brillan por su ausencia en el ámbito éuscaro.

4.

Todo ello nos conduce al candente problema de la identidad, y, por tanto, a la pregunta que habitualmente se adhiere al mismo: ¿en qué consiste la identidad de los vascos?, o, dicho de otra manera, ¿qué es "ser vasco"?

4.1

A tenor de lo explicitado hasta el momento, comprendemos sin dificultad que la propia pregunta no puede haber surgido a partir de las propias estructuras del euskara, puesto que en la pregunta se están suponiendo demasiadas cosas: que "vasco" es algo que se puede "ser", y que, en general, se puede "ser" algo. Pues bien, ni "ser" es un concepto que tenga cabida en el ámbito éuscaro, ni tampoco "vasco".

4.1.1

Quizá a alguien le sorprenda esta última afirmación, pero es conveniente recordar que las gentes que hablamos vascuence no tenemos otra palabra para referirnos a los que hablamos vascuence que, precisamente, euskaldunok, esto es, 'los que hablamos vascuence', lo cual no implica elevación ninguna a categoría tan metafísica como SER/EXISTIR. De hecho, "vasco" proviene de un antiguo vocablo indoeuropeo (celta, más concretamente) que significaría algo como "los que habitan en las alturas": es la propia pasión indoeuropea -sustentada en su creencia en la identidad de uno consigo mismo- por el SER/EXISTIR y por la perdurabilidad en el TIEMPO la que hallamos estructurando el vocablo, y promoviendo todo tipo de dialécticas identitarias que, junto con los propios idiomas indoeuropeos que algunos hablantes del vascuence han tenido que aprender, han acabado por teñir los paisajes donde, a pesar de todo, sigue resonando el antiguo idioma preindoeuropeo, como resistiéndose precisamente a eso de que lo identifiquen demasiado, a eso de que lo hagan SER y EXISTIR, a eso de que se tenga que poner ahora a preocuparse por el TIEMPO y su FUTURO, es decir, su muerte.

Para una visión más detallada del análisis planteado, véase: JON BALTZA, Un escorpión en su madriguera. Indoeuropeo y euskara: mito e identidad. Ed. Hiria, Alegia (Gipuzkoa), 2000.