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Lanestosako Uztai Dantza

El trabajo más completo y pormenorizado que hemos encontrado referente a las danzas y costumbres de la zona geográfica de Lanestosa es el realizado por Emilio Xabier DUEÑAS (ver artículo adjunto) aquí se comprueba que existe un orden jerárquico a la hora de realizar la danza de arcos de Lanestosa, danza que acompaña a la procesión en torno a la Virgen, de manera que el orden es el siguiente: El monaguillo que porta la cruz; los danzantes y músicos; la imagen de la Virgen; el conjunto sacerdotal; las autoridades; los danzantes infantiles; y el conjunto popular. No hay un ritual propio ajeno a la procesión que pudiera dar lugar a interpretaciones diferentes a la propia rogativa.

La danza corresponde al tipo de danzas realizadas por un grupo compacto de varones (en ocasiones casados, ya que el nudo de sus pañuelos se ve adornado con el anillo matrimonial), grupo que ejecuta evoluciones similares a las exhibidas en otras danzas de armas, concretamente en las de espada de pabellón, con la salvedad de que el conjunto de danzantes queda delimitado por el arco que une a los danzantes postreros, que, en el caso de las danzas de espadas, por lo general, se manifiesta de manera abierta, permitiendo la entrada de más danzantes, aunque su ejecución se vea dificultada. La instauración de un maestro de danza, y más concretamente, de un capitán en el grupo es habitual también en las representaciones de agrupaciones pastoriles, donde el mayoral ejerce tal función. Pudiéramos así pensar que se trata de danzas propias de sociedades dedicadas a la ganadería de alta montaña, lo que coincide en gran medida con la actividad económica propia de la región aún hoy en día.

Indumentaria

Los analistas del tema coinciden en señalar que los danzantes visten con alpargatas de color blanco con cintas rojas entrecruzadas, calcetines también blancos, pantalón y camisa blancas sin ningún tipo de distinción especial, portan también gerriko o faja de color rojo al estilo de la zona, pero no llevan boina (txapela) en ninguna ocasión, aunque sí un pañuelo en la cabeza anudado, y otro, que en ocasiones estaba unido por el anillo de casado de los danzantes. Aparte de esto no parece haber variado la indumentaria.

Útiles

Las Danzas de Lanestosa, aparte de la Soka Dantza, la Jota o Fandango y Arin Arin y la Biribilketa finales utilizan los arcos, ya estudiados anteriormente.

Música

Existen referencias al uso del tambor como instrumento musical predominante en el tiempo. Más adelante, parece ser, se utilizaron otros instrumentos, dependiendo del músico que pudiera aunar la danza; así encontramos las chirimías, los pífanos, tamboriteros o tamborileros, las gaitas en sus diferentes versiones, desde la gaita gallega, a la gaita dulce o Dulzaina, y, por último, el txistu acompañado de tamboril y atabal.

Geografía e Historia

La población de Lanestosa es la más occidental de la Provincia de Bizkaia, limítrofe ya con la Comunidad Autónoma de Cantabria, es decir, con la Provincia de Santander. De hecho, se halla rodeada por la misma en toda su extensión natural, salvo en lo que respecta a los montes de Carranza (Karrantza), que, como ella, pertenecen a Bizkaia. Poblado de pequeñas dimensiones (es el más pequeño de la Provincia), se enmarca entre el monte y el río, que delimita en su territorio, ambas Comunidades, lo que ha implicado históricamente pleitos acerca de lindes y zonas de pastoreo, así como las posibilidades de expansión por cuestiones administrativas.

Iñaki IRIGOYEN encuentra en 1651 la primera referencia escrita de pagos a músicos, aunque no definen claramente el tipo de danzas que se realizaban por la festividad de San Francisco, hoy en día perdida en la zona. Durante el siglo XVIII, sigue el investigador, sonó la gaita, probablemente de origen gallego, en las fiestas principales del municipio, ya que su músico dominaba su manejo. Y ya en el XIX es la dulzaina (¿vizcaína?) la que ocupa el lugar del anterior instrumento, para ser, por último, suplantada por el Txistu.

Por otro lado, las referencias directas acerca de las danzas propias de Lanestosa que encuentra el citado autor se remontan al año 1727, que exhibían sus evoluciones durante la festividad del Corpus y en las Fiestas de Nuestra Señora de Las Nieves, lo mismo que en rogativas realizadas a fin de lograr buenas témporas. La celebración de la Virgen no parece decaer a partir del siglo XVIII hasta nuestros días, en cuya fecha aún se realizan.


Existen referencias de población pre-histórica. Las cuevas de su entorno más cercano, tanto en su territorio como en su geografía más cercana, ya sea en Cantabria o en Bizkaia, atestiguan el hábitat en el Paleolítico, con grupos reducidos pobladores rupestres de economía cazadora y recolectora.
  

Existen en sus cercanías cuevas que muestran pinturas referentes a los animales que antaño poblaban la región, desde renos hasta jabalíes, permitiendo así conjeturar un asentamiento regular durante la prehistoria. 
Más adelante, las poblaciones autóctonas fueron rápidamente romanizadas, y la pérdida de topónimos en lengua vasca confirman el hecho de que el proceso de aculturación debió ser muy intenso.

Durante el siglo XIII la población pasa a depender de Bizkaia. A partir de aquí su historia queda englobada en la zona Encartada. 
A finales del siglo XVI la peste se propaga por sus lindes, y se hacen rogativas, procesiones y acciones votivas para evitar que la enfermedad se adueñe de sus habitantes. Es tiempo, también, en que se desarrolla el comercio de la lana y otros enseres entre la Meseta y el puerto de Laredo, cuya salida se establece a través de sus límites.

Lanestosa crece, entonces, como paso natural de mercancías tanto de Burgos cuanto de Carranza hacia el mar. Sin embargo, las rivalidades entre Bilbo, por un lado, y Castro, Laredo y Santander por el otro, obligan a tomar posiciones a las burguesías incipientes, que optarán definitivamente por la primera y la última, de manera que Castro y Laredo pierden una hegemonía que bien pudieran haber desarrollado. Con ello Lanestosa deja de ser el puerto de montaña, el lugar de reposo y hospedaje que hasta el momento había desarrollado, y se vuelve sobre sí misma.


A lo largo de todo el siglo XIX el Norte Peninsular se ve abocado a la guerra fratricida entre carlistas e isabelinos, entre tradicionalistas y liberales, de la que Lanestosa no se verá privada. Y, por fin llegamos al siglo XX, en que la industria pesada, anunciada un siglo antes, se va asentando. Las fábricas del metal, tan características de la Margen Izquierda del Nervión, y la salida al mar, truncada tiempo atrás, limitan nuevamente el desarrollo de la población, que opta, como antaño hiciera, por la emigración. Lanestosa vuelve a ver reducida su vecindad, sólo acrecentada por los habitantes que, tras años de exilio económico, vuelven a ocupar sus tierras.

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